Esta mesa aborda el papel de la creación artística como forma de resistencia activa frente a las violencias estructurales, los autoritarismos y las desigualdades persistentes. Las prácticas que se presentan se sitúan en contextos atravesados por el conflicto —social, político y territorial— y, desde ahí, exploran cómo el arte puede devenir una herramienta de denuncia, cuidado, memoria y transformación. La cultura de paz no se plantea aquí como un horizonte abstracto ni como un estado ideal, sino como una práctica cotidiana, conflictiva y situada. Lejos de lo neutral, las propuestas que se activan desde estas experiencias entienden el arte como un lenguaje capaz de señalar injusticias, pero también de construir refugios, trazar alianzas y generar procesos de sanación colectiva.
